Un informe desde Caracas

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Arturo Ayala del Río *

 

La derrota de la derecha venezolana

 

El 10 de enero, Caracas amanecía tranquilo. En las redes sociales, la derecha mostraba confusión. No era para menos. El día anterior convocaron a una débil movilización en la capital venezolana, en la que, si no habrían inventado el “secuestro” de María Corina Machado, el titular sería el fracaso rotundo de la convocatoria. No solo fue la poca cantidad de gente en la calle, crecían las dudas sobre si al día siguiente podrían ingresar a territorio venezolano a Edmundo González y hacerlo “juramentar”. Nada de esto pasó. En la política, si tienes un objetivo y no se cumple, ni siquiera parcialmente, se trata de una derrota contundente.

Los llamados de la derecha para generar un levantamiento militar fueron rechazados contundentemente por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), quienes se reafirmaron con su orden constitucional. Esto, a pesar de las sanciones contra los altos mandos de la FANB por parte de Estados Unidos. No es poca cosa. 

A esta pantomima se sumaron presidentes y expresidentes de derecha de varios países latinoamericanos que, incluso, recibieron a Edmundo González y lo han reconocido como “presidente electo” de Venezuela. Esta gira no ha servido en nada para sus aspiraciones.

Asimismo, hemos visto con pesar que algunos gobiernos progresistas han caído en la trampa de la narrativa hegemónica. 

 

Gobiernos progresistas en la trampa de la narrativa hegemónica

 

José Raúl Mulino, presidente de Panamá, se ha prestado activamente a este operativo de agresión contra la soberanía venezolana. La preocupación central de este presidente deben ser las declaraciones de Trump sobre el Canal de Panamá, no la intromisión en la vida política de otro país. Nayib Bukele, de El Salvador, se sumó a la narrativa golpista en las redes. Al final, esto no fue más que una nueva burla a la derecha venezolana.

Por lado, los gobiernos de Brasil y Colombia dejan mucho que desear, especialmente porque tanto Lula, como Petro, saben bien qué es gobernar bajo una ofensiva permanente de la derecha. En el caso de Lula, vivió una prisión injusta y el golpe parlamentario contra el gobierno de Dilma Rousseff, que abrió el camino para que el ultraderechista Jair Bolsonaro asuma el gobierno. Nadie pidió “actas” a los golpistas brasileños para ser reconocidos como gobierno.

En el caso de Petro, se encuentra en continuo asedio por las fuerzas reaccionarias, que no dudarían en vacarlo y que incluso han esbozado la posibilidad de un magnicidio. La derecha muestra que no entiende de democracia, solo buscan hacerse del poder. Petro y Lula no van a ganar nada sumándose al discurso de las derechas que los llaman dictadores y terroristas. Menos con la llegada de Donald Trump al gobierno estadounidense. Ni qué decir de Gabriel Boric, más interesado en Venezuela y Ucrania que en sus problemas nacionales, dejando todo servido para el regreso de la derecha al gobierno en Chile.

Los medios de comunicación de derecha, e incluso aquellos que se hacen pasar como “progresistas”, han sostenido una ofensiva permanente contra Venezuela. En este asunto, repetimos, no hay diferencia entre un pasquín de ultraderecha o un medio “progresista”. Todos han coincidido en la misma narrativa que blanquea a una derecha golpista y violenta, presentándola como democrática. 

Tampoco se realizaron los sueños macabros de violencia y sangre que la derecha promovió. La gente de los likes en redes no iba a arriesgar el pellejo por Edmundo González o María Corina.

 

La movilización del chavismo

 

Con el transcurrir de la mañana, las calles del centro de Caracas se fueron llenando de manifestaciones para saludar la toma de mando de Nicolás Maduro. La diferencia radica en el PSUV que demostró su envidiable capacidad de convocatoria. Sectores populares organizados, jóvenes, barrios, sindicatos y partidos políticos de izquierda, se hicieron presentes. Las principales avenidas de Caracas estuvieron repletas y vestidas de rojo. Las fotos abundan al respecto, para desagrado de todos los derrotados. Otra de las características de la movilización fue la genuina alegría popular. Miles de jóvenes bailaban en las calles las canciones características de las campañas de Chávez y Maduro. 

También tuvo lugar una pequeña concentración opositora, tan pequeña que ningún medio de derecha la transmitió. No hubo un levantamiento militar, ni juramentación paralela, tampoco muertes. Fue un día de paz, en el cual Nicolás Maduro juramentó como presidente de la República Bolivariana de Venezuela.

 

¿Régimen aislado?

 

Una de las principales matrices de ataque al gobierno bolivariano por parte de la derecha y sus medios de comunicación es la idea de aislamiento de Venezuela. A pesar de los esfuerzos de la derecha, esto no es real. No solo por la presencia de más 2000 delegados de más de 125 países, en el Festival Mundial de la Internacional Antifascista que tuvo lugar en Caracas, sino, en la asistencia de representantes de gobiernos y Estados del mundo. La presencia de Wang Dongming, enviado especial del presidente de la República Popular China, Xi Jinping, además de la asistencia de Viacheslav Volodin, presidente de la Duma Estatal de la Federación Rusa y enviado del presidente Vladimir Putin, reflejan el respaldo de las potencias emergentes del mundo multipolar. Asimismo, la presencia de los presidentes Miguel Díaz Canel, de Cuba; Daniel Ortega, de Nicaragua; la canciller de Bolivia, Celinda Sosa; la participación del gobierno de Honduras, a través de su representante, el expresidente Manuel Zelaya; entre otros, reafirman la identificación antiimperialista del gobierno venezolano.

La asistencia del primer ministro de Antigua y Barbuda, del presidente del Parlamento de Santa Lucía; de ministros de Estado de Granada, entre otros, confirman la buena relación con los países del Caribe. La presencia de representantes de gobierno de Argelia, Turquía y de los países africanos del Sahel, simbolizan la relación estrecha con los cambios en la geopolítica mundial. No es menor señalar la presencia del secretario general de la OPEP, Haitman Al Ghais, de Kuwait. Si la República Bolivariana de Venezuela está aislada de alguien es de los gobiernos hiper-ideologizados de derecha. Los cuales, más temprano que tarde, van a normalizar la relación con el gobierno venezolano, si de verdad buscan soluciones concretas a los problemas conjuntos.

 

Democracia y no injerencia

 

El organismo electoral de cada país es quien señala los resultados institucionales y el que anuncia a los ganadores. El Consejo Nacional Electoral (CNE), en el marco de sus funciones constitucionales, proclamó el triunfo de Nicolás Maduro. Esto desató, nuevamente, una arremetida mediática contra el proceso bolivariano. Ningún país de la región ha solicitado “actas” o alguna “prueba” a otro para reconocerlo. Ese es un acto de intromisión e injerencia que nadie debería aceptar. Los plazos legales de apelaciones y el pedido de la justicia venezolana para que los partidos políticos y sus candidatos presidenciales se presenten con cualquier prueba al respecto de un supuesto fraude, fueron desconocidos por la derecha.

Nadie ha proclamado a Edmundo González como presidente en Venezuela. Los que lo han hecho son otros gobiernos de la región que repiten la fórmula aplicada con Juan Guaidó y que fracasó. Las sanciones solo afectan al pueblo venezolano y promueven la migración. Del mismo modo, cualquier invocación a una intervención militar extranjera no sería más que una propuesta de odio contra un pueblo y que llevaría a un caos de consecuencias inimaginables para la región.

Nicolás Maduro es el presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Esa es la realidad. Si los Estados de la región buscan relacionarse con Venezuela deben hacerlo con su gobierno. Otro tipo de relación constituye una intromisión que ningún país aceptaría.

El gobierno del PSUV no ha caído en provocaciones de la ultraderecha venezolana. Anteriormente, manejaron inteligentemente la situación de Juan Guaidó, quien en su tiempo se hizo llamar “presidente” y se llevó cientos de millones de dólares de las reservas de oro venezolano en tierra europeas, mientras algunos incautos lo aplaudieron y apoyaron. Guaidó fue enterrado por la historia. Seguramente, es el futuro que le espera a muchos de los dirigentes golpistas: terminar en Miami viviendo bajo el patrocinio estadounidense.

 

El papel de Nicolás Maduro

 

Sería injusto señalar que es solo la crisis de la derecha venezolana la que permite el escenario de estabilidad actual. Es, sobre todo, debido a los aciertos del gobierno y del liderazgo de Nicolás Maduro. En las dos intervenciones de Nicolás Maduro, la primera durante la Toma de Mando pública y la segunda, en la clausura del Festival de la Internacional Antifascista, se pudo apreciar la evolución de su discurso. Con los años, se ha asentado su protagonismo y su influencia tanto en las fuerzas políticas de gobierno como en las fuerzas armadas. Sanciones, intentos de magnicidio, el uso de mercenarios, medidas diplomáticas de boicot, una campaña permanente de los medios de comunicación, entre otros, son algunos de los elementos que ha tenido que resistir y superar. Pocos líderes podrían pasar por lo mismo de manera exitosa. La caricaturización que han intentado los medios, no es más que una estratagema ideológica. Con todo en contra, ha conseguido cifras de crecimiento económico y avances en cuanto a la seguridad ciudadana y abastecimiento de productos, entre otras áreas.

 

Una mirada íntima

 

Termino estas líneas luego de caminar por Caracas, fuera de cualquier recorrido oficial. Se respira tranquilidad y seguridad, se ve un ambiente limpio. La propaganda del PSUV, con los rostros de Chávez y Maduro que se encuentra en el centro de la ciudad no tienen daño alguno. Están allí, en medio de un parque lleno de niños jugando y familias reuniéndose. La primera vez que vine a Caracas, tenía 15 años y se desarrollaba el XVI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, con casi 20 mil jóvenes de 144 países, en cuya inauguración escuchamos al presidente Hugo Chávez. Es un grato recuerdo que nos marcó a muchos.

El tiempo es implacable. Algunos han cambiado de trinchera. Es lo fácil cuando se tienen tantas ventajas al traicionar. En lo personal, me siento en el lado correcto cuando me vuelvo a entusiasmar en estas calles, bajo la mirada de Bolívar y Chávez. 

 

* Politólogo. Director del Centro Patria. Invitado al Festival Mundial de la Internacional Antifascista de Caracas, enero 2025.