El fallecimiento de Alberto Fujimori se da en el marco de la impunidad y el cogobierno de su partido político en el régimen autoritario presidido por Dina Boluarte. Su legado no es poca cosa. Es el caudillo que permitió el desmantelamiento del Estado y la privatización de casi todo, incluso de la política. El “mercado persa” que tenemos por sistema de partidos políticos es una de sus nefastas herencias. El discurso auroral del fujimorismo contra los partidos políticos y la promoción de candidatos “independientes” no ha sido más que una estratagema para fragmentar la representación política y permitir que el poder real, el capitalismo neoliberal, no tenga dificultades en su dominio. El Perú informal, caótico, desintegrado, centralista, el de la “cultura combi”, en donde las mafias se imponen, es el sello característico de su proyecto de país. Necesitan la informalidad para tener a los millones de trabajadores sin derechos y sin posibilidad de organizarse políticamente. Les es útil el caos para aparentar ser la “mano dura”. La sociedad hiperindividualizada es el medioambiente que requieren.
Fujimori no solo es responsable de corrupción y asesinatos a campesinos, dirigentes políticos o sindicales, sino ha sido el principal operador de un modelo antipatriótico y que nos condena al atraso. Un país desindustrializado y donde la innovación tecnológica es una utopía. Es que la arquitectura financiera neoliberal, a la que el dictador fue perfectamente funcional, no ha necesitado de nosotros más que para ser una despensa de minerales y alimentos.
Fujimori ha muerto, pero su legado no; y esta es una afirmación dolorosa que se corrobora con los homenajes que viene recibiendo de los medios de comunicación históricamente ligados a su mafia y de las ceremonias protocolares que Dina Boluarte, que necesita al fujimorismo para sobrevivir, seguramente encabezará.
Son 30 años de resistencia al proyecto fujimorista. El fallecimiento del principal caudillo y referente simbólico de la derecha puede ser una oportunidad para renovar el debate y combate a sus postulados, para reivindicar la dolorosa historia real y la denuncia al genocidio contra nuestro pueblo. Más allá de Fujimori, lo que necesitamos que perezca es el modelo neoliberal que implementó; encaminando a nuestra patria a un nuevo curso, de soberanía, patriotismo, regeneración moral y reformas fundamentales que permitan construir un Estado al servicio de las mayorías.
*Director de Centro Patria.